
Los Kirchner simbolizaron bien estos tiempos. Tomaron algunos conceptos de la modernidad (como la construcción de un “gran” relato), pero pasados por el tamiz frívolo de la posmodernidad. Cruzaron a Evita y la juventud maravillosa setentista con Louis Vuitton y la militancia rentada. No tuvieron la despreocupación de los posmodernos por el pasado, pero compartieron con ellos el goce sobre el consumo y el presente. Resultaron narcisistas como los posmos, pero con la pasión política de los modernos. Retomaron tips modernistas como el de la Verdad, pero siendo fieles representantes de la denuncia epocal contra “el imperialismo de lo Verdadero”. Y en ese mix dieron vida a verdades más relativas o medias verdades (el periodismo militante, los índices del Indec) e hicieron de las ideologías férreas de los setenta un souvenir cool para remeras de diseño.
Para seguir leyendo.
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